martes, 16 de abril de 2019

Serie Objects of Attraction

HIS BANANA

ÉL ES ADICTO AL POTASIO
A mi nuevo jefe le gustan las reglas, pero hay una que nadie se atreve
a romper.
Tocarle la banana.
En serio. El hombre es un adicto al potasio o algo. Si nos ponemos
tiquismiquis, la verdad es que me la metí en la boca.
Y la mordisqueé... Incluso me la tragué.
Lo sé. Soy una chica mala, malísima. Y luego lo vi, y te lo creas o no, atragantarte con la banana de un hombre no es la mejor manera de causar una buena impresión.
Debería retroceder un poco en el tiempo. Antes de tocar siquiera la
banana de un multimillonario, me asignaron mi primer artículo como
periodista empresarial. No era el típico artículo de relleno que
siempre me endosaban. No iba a entrevistar a un basurero sobre sus
rutas preferidas ni a escribir un artículo que contara que recoger las
cacas de los perros de los jardines de los demás sería el próximo
bombazo.
No. De eso nada, monada. Era mi gran oportunidad. Por fin podría
demostrar que no era un desastre con patas, torpe y balbuceante.
Me iba a infiltrar en Galleon Enterprises para investigar las sospechas
de corrupción.
Dentro música de James Bond.
Podía hacerlo. Solo tenía que conseguir el puesto de trabajadora en
prácticas y bordar la entrevista con Bruce Chamberson.


HER CHERRY

William

¿Cómo la conocí?
Bueno, un caballero nunca alardea.
Afortunadamente, no soy un caballero.
Primero, pagué por su cereza (pastel, pero ese no es el punto),
Luego, la desfloré.
¿Después de eso? Dejé mi tarjeta de presentación y me fui como si
fuera el dueño del lugar.
Sí, se podría decir que nos llevamos bien.

Hailey

¿Cómo conocí a William?
Entró en mi panadería, compró un pastel de cereza, robó un jarrón de
flores -todavía no tengo idea de lo que quería con ellas- y dejó su tarjeta
de visita.
Antes de decir lo que hice con la tarjeta de visita, debo aclarar algo:
William no podría haber entrado en mi vida en peor momento.
Mi panadería estaba en quiebra.
Mi espeluznante ex se negó a dejarme sola.
Oh, y yo era una virgen de veinticinco años, un hecho por el que mis
amigos se negaron a dejar de molestarme.
Arreglar mi pequeño problema de virginidad con William sería como
golpear una mosca con un martillo. Exagerada, pero de la mejor clase.

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