Rex ha jurado proteger a la joven reina, Britta de Downsriver, a
toda costa. También ha jurado amarla para siempre... en secreto,
por supuesto. Una relación entre un enorme y humilde guardia
de palacio y la reina es imposible. Aun así, cuando oye a Britta
llorar una noche, no puede evitar ofrecer su gran abrazo como
consuelo. Rex se sorprende cuando Britta no es repelida por él
en lo más mínimo. Milagro de milagros, ella está ansiosa por
mucho más que un consuelo. La pena por poner sus sucias
manos sobre la reina virgen es la muerte, pero qué manera de
hacerlo...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario